Sobre mi obra

EL ACTO DE ESCULPIR

   En su estado natural, todo bloque granítico con sus pesados y sugerentes volúmenes despierta en el escultor sensaciones de transformarlo y cuando mentalmente esboza una forma artística que encaja en  esas tres dimensiones ya es irrefrenable e imposible de detener ese deseo de labrarlo. Y es que la inerte materia pareciera que irradiara con su tosca presencia y su solidez indestructible un provocador reto al artista para que éste se atreva a esculpirla.
    Es en ese momento, donde todo escultor de carácter noble asume ese gran desafío, al que considera sublime y vital, secundado por su  inquieto ímpetu para enfrentarse a la masa pétrea apretando no sólo la comba y el cincel sino premunido también de predisposición mental y de fuerza en el músculo, condiciones necesarias para el fascinante, agotador y prolongado labrado artístico.
    Durante la ejecución en el taller, en medio del polvo y del sonoro ruido acompasado de timbre acerado, se entra en una apasionante vorágine espiritual donde pareciera que el tiempo fuera inmóvil… Y en esa rutina, el trazo primario del lápiz se graba en bajo relieve asegurando que el dibujo, idea de la futura escultura, progresivamente se convierta en un concreto volumen. El esbozo pétreo aparece con sus texturas en la piel herida, y también con las protuberancias que se contrastan con las leves o profundas oquedades provocando que el natural baño de luz produzca ya un claroscuro como valor visual. Cuando surge la forma figurativa deseada, aparte de llevar un motivo de reflexión, va impresa la iluminada estética que brota por las manos del artista como un eco proveniente desde sus ancestros.
    Gran parte de nuestra historia cultural reposa en visibles y eternos cimientos líticos, baste citar a la arquitectura y la escultura prehispánica que tuvieron como principal vía plástica al duro granito andino. Es por ello que, todos aquellos artistas que estamos ligados espiritualmente a nuestro pasado artístico y que deseamos proyectarlo al futuro construyendo con nuestro arte un eslabón en el tiempo, hemos elegido al consistente y sólido granito para plasmar humanamente esta etapa contemporánea que duramente nos ha tocado vivir.
      Pablo Yactayo
Lima, Mayo de 1998




THE ACT OF SCULPTURE

   In its natural state, every block of granite with its heavy and suggestive volumens wakes up in the sculptor sensations for transforming it and when he mentally outlines an artistic form that fits into those three dimensions, it's overwhelming and impossible to stop the desire to work it. And it's that inert matter seemed that radiates with its crude presence and its indestructible solidity a provocative challenge to the artist that it dares to sculpt it.

   In that moment, every sculptor with a noble character, asumes that great challenge that considerates sublime and vital, seconded by his restless impetus for confronting to the mass of stone tightening no only to the warp and chisel but with mental attitude and strength in the muscle, necesary conditions to the fascinating, exhausting and prolonged artistic work stone.

   During the work in the worshop, between the dust and the rythmic noise, it gets into an exciting and spiritual maelstrom when it seems that the time were motionless. And in that routine, the primary line from the pencil records a low relief securing the drawing, idea of the future sculpture, it becomes in a concret volume. The sketch on the stone looks with their textures on the hurt skin, and also with bulges that contrast with the soft or deep hollownesses making the natural sunbathe produced a lightdark like a visual value. When the whished figurative shape rises, apart to carry a reflexion motive, it goes recorded the enlightening aesthetics that sprout from the artist's hands as an eco coming from his ancestors.

   A big part of our cultural history is based in visible and eternal foundations of stone. We can mention the architecture and pre Columbian sculpture that had as a mayor plastic way the hard andean granite. Therefor, all those artists that are spiritually tied to our artistic past and that desire to proyect it to the future building a link with our art at the time. We have chosen the solid and consistent granite to humanely capture this contemporary stage that hard it's up to us to live.

 Pablo Yactayo
Lima, May 1998





PABLO YACTAYO: EL TIEMPO PERPETUO

El paso del tiempo deja sus huellas, sutiles o profundas, grotescas o notables, pero huellas imborrables al fin.
La obra del hombre-artista siempre ha tenido que enfrentar al eterno, al invencible, al infalible monstruo del tiempo. Hombre-artista sensible y audaz que persiste indomable en su destino. Bien podemos decir entonces, ahora, que existe un espíritu indomable en el joven escultor Pablo Yactayo, espíritu fuerte que lo llevó a recrear una experiencia casi olvidada en nuestros tiempos: labrar la piedra.
Ya como alumno en la Escuela Nacional de Bellas Artes del Perú, mostró gran audacia en el manejo de las formas, en el dominio del dibujo, realizando varias muestras individuales como dibujante y genial caricaturista. Desde sus inicios se dedicó a estudiar la naturaleza y fuerza expresiva del granito, aquella piedra heredera de la capacidad creativa de los grandes artistas de Chavín o Sechín; granito de canto rodado, materia prima indiscutible de quien anhela prolongar la eterna sensibilidad del hombre.
Desde entonces, sus personajes robustos han transitado mil caminos expresivos llenos de humanidad, ya convertidos en barro, concreto, madera o piedra. Es, entonces, cuando irrumpe la sobrecogedora figura de la mujer como hito significativo en su obra artística: el origen de la vida, el mágico realismo de la historia, del tiempo continuo.
El ser humano que antes se asomaba tímidamente en pétrea verticalidad recreada, ahora se angustia por salir, se retuerce, se estira o tiernamente florece como aquella composición escultórica Con el indio dormido que ganó el Primer Premio de Escultura en la II Bienal de Bellas Artes de Lima en 1995.
Este Yactayo tiene historia, tiene origen; sus planteamientos estéticos así lo demuestran: la relación dual anterioridad/posteridad, nos permite vivir el presente y el pasado en un solo momento, porque en su obra el futuro, acaso predecible, es siempre tangible.
Su obra entre antigua y moderna conserva, incluso, el color natural de la piedra, el color de la tierra que ni la tecnología avasallante ha podido vencer, aunque le haya prestado sus recursos.
La osadía del artista determina otra dualidad: necesidad/causalidad, donde lo que plantea originalmente termina por decantarse en bloques, planos, formas, textura y color. Así se han creado sus últimas obras: bloques de piedra como un todo único, no como un rompecabezas, porque un solo bloque hubiera sido ideal: una mujer perpetua rompiendo las ataduras de un fardo, sus trenzas simbólicas como huellas de lo perdurable, sus formas primigenias entrelazadas haciéndonos viajar en el tiempo. Y sobre todo, la imagen de la mujer creando su propia historia, construyendo la vida sobre su propia vida, despertando de su eterno sueño al nuevo amanecer, erguida y sin temor.
Las composiciones en bloques integrados, mucho más que simples masas superpuestas, dan cuenta del ingenio y habilidad de uso del soporte del material que privilegia los contenidos estéticos de un escultor que es ya, en nuestro medio, un artista notable.
Julio Segundo Llenque Fiestas
            Artista Plástico
       Lima, Marzo de 1998





EL GRAN CINCEL SOCIAL

     Un bosque de granito natural transformado en singulares esculturas figurativas es la exposición individual Los Andes al Desnudo  del escultor Pablo Yactayo realizada en el Museo Nacional de Arqueología, Antropología e Historia del Perú.

     El arte figurativo que nace de la realidad y del contexto social, en todas sus variadas expresiones es inagotable. Su presencia desde los albores del arte ha descrito insobornablemente la historia de la humanidad.

     Y hoy, en el Perú,  con esta contemporaneidad influida por la pretendida globalización y alienadamente posmoderna en un gran sector artístico, pocos como Yactayo en la escultura alcanzan un nivel notorio después de vencer un gran desafío como es el estudio y la práctica del arte de la figuración; y ahora, tanto en la escultura como en el dibujo, él con sus formas estilísticas andinas graba un sello local, un signo universal.

     Así, cada una de sus piezas monolíticas es carne pétrea ardorosamente labrada que resume algunos momentos del común trajinar de las mujeres altiplánicas que están dispersas en nuestro territorio.

     Por tanto, indelebles yacen en los bloques esas actitudes cotidianas como en las obras  tituladas Vida interior, Angustia, El tiempo inmóvil o Materna eternidad; igual está impresa la circunstancia vital en Amanecer, Despertar, Semblanza, En la realidad, Ausencia o En el futuro; y también, el reto colectivo por construir con sus manos el destino común cinceladas en Solidaridad, Resistencia, Temporal o Inclemencias del Tiempo.

     El canto rodado, pesado y duro en su constitución, se ha aligerado visualmente en sus nuevos aspectos compositivos y artísticos. Y el aplomo del volumen delineado por un dibujo riguroso y estilístico retiene el respiro virtual de estos desnudos inmóviles.

     Pablo Yactayo, escultor graduado en la Escuela Nacional de Bellas Artes del Perú, no sólo rescata y pone en práctica la labra, técnica que empuña la comba y el cincel, sino que, consolida un desarrollo temático acorde con su pensamiento realista e ideológico que se impregna en el granítico claroscuro de sus obras a través del dibujo concreto de su talento.

     Él, sin ambages, expone un actual Perú profundo, desnudo y esculpido con el gran cincel de su visión social.

Nelson Leonidas
Crítico cultural
Lima, Diciembre de 2002





ESCULPIENDO AL PERÚ

     La voz pausada de Pablo Yactayo me hizo olvidar un poco el tiempo. Además la sencillez con que responde es una tentación insospechada de ahondar más y más en el mundo de este escultor, pintor y casi redactor periodístico, de normal e impecable apariencia.

     Como todo buen artista de fines de siglo XX, él no fuma ni bebe y tampoco usa hierbas o brebajes de alucinante inspiración. Me cuenta que prefiere despertar a las seis de la mañana para leer sobre política y cultura durante una hora, luego de la gimnasia física un merecido desayuno y con las pilas cargadas iniciar la tarea.

     Su faena es una dulce lidia en que afronta la pesada y gozosa rutina de labrar a punta de comba y cincel y con sus manos, las duras rocas que con todo el empuje de su lozano vigor, extrae del río Rímac en Chaclacayo.

     Con mis amigos y mucha fuerza, pero gozando el momento; lo mejor es hacerlo con nuestras propias manos. Así narra Pablo cómo saca enormes piedras del río, en un tono  que se diluye cuando lo escucho pero que se refleja en mi memoria como arcilla cocida y dura, alma de verdes collados.

     Parece que las piedras dejaran en él un rotundo sabor a reto, pero lo único de rudo que tiene Pablo es la corpulencia y su carácter se parece más al agua que horada el cauce, aunque golpee el granito con los dientes apretados y por esa tremenda paciencia no paro de trabajar pese a las carencias que no sólo paso yo sino todo el Perú donde más del 60% es pobre y yo me siento parte de ellos, me dice sin una gota de rencor en la mirada.

     Pablo no inventa nada cuando afirma que el hombre peruano es signo de la entrega total por una vida digna, porque ha podido palparlo de cerca y a diario.

     Sus composiciones temáticas nos muestran la vida diaria del peruano promedio que no sabe cómo será el mañana pero que  sale cada día en busca del sustento, porque es la dignidad nuestra, el verdadero orgullo y la verdadera ética del Perú, gente con raíces y valores que honran su identidad cultural.

     Su exposición Los Andes al desnudo, es un conjunto de mujeres andinas desnudas, y el escultor no se conforma con demostrar la intimidad  y la contextura física, muestra también el perfil sicológico de las damas del Ande, ensimismadas en lo que ellas consideran belleza, refugio, naturaleza y absortas en las regiones altiplánicas de su diario vivir. Dibujarlas constantemente le valió una forma práctica de trabajo, la gesta de un estilo que diseñó mujeres muy gordas, protuberantes, y así prescindió de modelos humanos en su taller.

     Tanta es la voluntad que tiene de mostrar el modus vivendi andino, que lo convierte ahora en su temática principal.  La  mencionada  exposición lítica       está
conformada por 16 obras que resumen 15 largos años de labor persistente. Pero ya prepara  otra exhibición que se titulará Horizonte Andino  donde las mujeres aparecen en posición horizontal con su atuendo típico y sus torneadas trenzas, con arrojo hacia su futuro incierto, pero construyendo.

     Las obras de César Vallejo y José Carlos Mariátegui, según su testimonio, son el respaldo literario para describir los valores del hombre andino, de quien el artista rescata ese profundo respeto por sus propias costumbres que muchos de nosotros no tuvimos desde la cuna.

     Hagamos valer en el artista y en nosotros una moral consecuente, rescatemos de Pablo lo que aún no hemos conocido en nuestros propios mundos, que para eso trabaja todos los días desde el amanecer.
               Mariella Ego-Aguirre B.
     Diplomado de Redacción Periodística
Escuela de Periodismo Jaime Bausate y Mesa
                 Lima, Marzo de 2003





EXPRESIONES BIEN MARCADAS, ESCULPIDAS

Paciencia y precisión, energía y vitalidad.
¡Qué fuerza!, ¡qué expresión!, ¡qué artista!
Excelente calidad, encanta su originalidad.
Una exposición de peso, mucho peso.
Estas piedras tienen espíritu.
En todas las esculturas se observa la nostalgia de alma.
¿Cómo pudo captar de la naturaleza su belleza y tener
la capacidad de transformar lo sencillo y simple en arte?
¿Y encontrar la forma escondida en la piedra y
evocar lo nuestro, lo andino, lo telúrico?
Es una imagen de la realidad en las formas
que ha captado los colores de la piedra.
Estas obras tienen la esencia del escultor, cuando el arte
está dentro del alma hasta las piedras tienen vida.
Es sorprendente, rostros con naturales rasgos y características
de la gente nuestra: expresiones bien marcadas.
Da un alma a lo pétreo: graba a la gente del Ande que no sólo
trabaja: también piensa, siente nostalgia, soledad, y sobre
todo trasciende las fronteras de su propio cuerpo.
Expresa al Perú en sus esculturas, tiene gran valor:
un corazón grande hace cosas grandes.
Diversidad, inmensa diversidad de emociones y sentimientos
se descubre en su micro universo personal.
Ha plasmado el arte en sí, su obra en granito
nos hace pensar en nuestra cultura.
Ecos de espacio y tiempo magnificado esculpidos con
simples instrumentos: cincel y comba; espíritu impetuoso
de un artista que visiona con profundidad nuestros ancestros.
También ha captado la esencia del sentimiento andino: el abandono.
Estas esculturas están llenas de gestos que expresan el sentir de
nuestro pueblo: el tema serrano esculpido en la piedra.
Un aporte significativo para nuestras raíces.
Con la labra renace el espíritu nuestro.
¡El trabajo más bello resiste la dureza del granito!

Opiniones escritas por una generación universitaria
                Galería de arte UNIFE, 2003
Exposición: Horizonte Andino de Pablo Yactayo






HORIZONTE ANDINO DE PABLO YACTAYO

     Al canto rodado, el granito natural de origen andino,  los continuos golpes de la comba sobre el cincel gradualmente lo han transformado en un volumen artístico, expresión propia de la escultura. La inerte masa es tan dura que al escultor Pablo Yactayo le han sido necesarios, para labrar cada obra,  largos y permanentes días de esfuerzo físico empuñando el puntero acerado para herirla, picarla, horadarla, pero lejos de dejarla pulverizada o inservible la ha despertado  investida con una diferente forma y para una nueva vida.
     Las obras enhiestas imponen su flamante presencia artística y humanizada porque la escultura que expone Yactayo brota de las canteras figurativas, arte que emerge de la realidad y del contexto social donde el actor, el ser humano, se convierte en el principal motivo de estudio llevándolo más allá de su representación formal y teniendo como impulso, no sólo el impacto de la inspiración sino el vital compromiso de dejar vestigios del hombre y su tiempo en la historia.
     El tosco labrado con herramientas tradicionales transfigura el estado natural pétreo dejando caer su recubrimiento innecesario para desvelarnos las anatómicas formas femeninas de la mujer serrana que con sus anhelantes movimientos corpóreos parecen avanzar hacia el horizonte andino, ese espacio futuro siempre esquivo, lugar donde pueda conquistar y consolidar sus dignas aspiraciones sociales.
     Es de la realidad contemporánea desde donde el artista captura instantes de la vida común de la pobladora del Ande que es esa cruda vida social por la que transita bajo el sol o la lluvia y que se va reflejando y tatuando en su rostro y en su cuerpo. Allí nace la temática de sus obras. Con su paciente y rigurosa observación sobre ese panorama humano intenta penetrar en la psiquis colectiva para captar sus marcados rasgos sicológicos que luego simplifica estilizando el dibujo lítico tridimensional que expuesto al claroscuro intangible se ilumina de esa singular estética que caracteriza al milenario mundo andino.
     Pablo Yactayo en su arte escultórico traduce la vida y circunstancias de nuestra gente indígena, heredera de esa fortaleza plural que los mantiene vivos y portadora genética del silencio ancestral de Los Andes. Con sus cinceles templados labra cada día un auténtico arte nacional, y afirma que en las alturas hay una y mil piedras esperando a indómitos artistas a esculpir la historia real andina.

         Eleazar  Sánchez
         Crítico Cultural
Lima, Setiembre de 2003


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