jueves, 20 de diciembre de 2018

EL MAESTRO PABLO YACTAYO               Helene Viret (Francia)



Fue por casualidad también que encontré a Pablo Yactayo, y lo digo con una risa interior, porque, como muchos,  no creo mucho en la casualidad... En todo caso, no lo había planeado, porque sencillamente no estaba enterada de su exposición. La habían anunciado en los periódicos  el mismo día de la inauguración, pero  yo estaba fuera de Lima.

Cierto día llegué a la Casona de San Marcos para otra manifestación cultural. Cuando entré en el primer  patio, me saltaron a la vista alrededor de la fuente unas composiciones de piedras de las que se desprendía armonía y misterio. A la entrada, un afiche: “Los Andes eternos”.

 Granito labrado, formas ovaladas en su mayoría. Trabajo minucioso, trazando signos, escondiendo figuras, plasmando rostros y fragmentos de trenzas, excavando, formando relieves redondos, una escritura de piedra que atrae potentemente la atención. Ya casi no estoy en la Casona de San Marcos, sino en una sierra que labra el viento, y de repente regreso a Lima, me veo en una calle pobre del Cercado, delante de unos chiquitos que se aprietan debajo de una frazada: “Solidaridad nocturna”... Me gusta y me conmueve esta coexistencia de una sensibilidad andina y cósmica con una compasión hacia los niños marginados de la metrópoli.

Muchas de esas esculturas hacen eco para mí a la imagen matriz de la papa o del huevo. Son el fruto de una germinación, son promesa de eclosión. El título de la muestra suena para mí enternecedor: “Los Andes eternos”. Es como una profesión de fe.

Dejo mi dirección de correo electrónico en la Casona para Pablo Yactayo, y cuando recibí su  primer mensaje, me sobresalté. Hay paz y fuerza en sus palabras: el soplo del viento y la serenidad de la tierra. Hay un ritmo inusitado, el mail se abre con unos saludos que otorgan a  la comunicación cierta gravedad.

Una semana después, regreso a la Casona, me acerco nuevamente a sus obras esperando su llegada, de repente me volteo y él está a unos metros, sonriendo, sus ojos chispeando. Me dirijo hacia su aparición, viste una deslumbrante camisa blanca de palmeras azules, nos sentamos en la sombra sobre un venerable banco de madera oscura y empezamos la entrevista. Es una alegría para mí conversar con Pablo, porque su visión del mundo está impregnada de integridad. Tiene mucho que decir, sus ideas a veces lo llevan a apartarse de las preguntas, sigue el hilo de la lógica interna, no me importa, al contrario. Pero es tan rico el pensamiento que a menudo sé que se tendrá que ampliar, explicar mejor los lazos... Más habla Pablo, y más nos queda por hablar, porque lanza cabos que se quedan sueltos, y sin embargo son muy atractivos.

Se impone entonces un segundo encuentro, que me permite completar y profundizar varios aspectos, dejando no obstante todavía mucha tarea por hacer...

Me llama la atención que el maestro hable de despertar la vida en una materia inerte. Descubrir en la piedra la forma que esta esconde. Recuerdo al poeta francés René Char valorando a “él que descubre” y aplastando con su desprecio a “él que inventa”. Otorgo a las palabras de Pablo un valor simbólico. Es como si hablara de una ley ineludible de la naturaleza  humana:  veo como si todos fuéramos piedras, que el ejercicio de la vida esculpe con más o menos fineza, más o menos pulido, usando el cincel de la violencia, la punta diamantada del amor...o todos los tipos de energías o presiones que se pueden ejercer en un ser humano, de parte de sus semejantes o de las fuerzas externas. En todo caso, con el paso de los días, el reto es hacer emerger algo más vivo, más humano. Pareciera que Pablo trabajara en eco al proceso que Jung llamaba individuación: llegar a ser más sí mismo,  más integrado, más sabio.

Pablo no sólo se interesa en el reino humano, también despierta a las piedras, plasma humildes papas, sublimadas por signos de las culturas andinas. En esta atención brindada al reino mineral, al reino vegetal, me recuerda a otro gran poeta francés, Víctor Hugo. El poeta – y no es casualidad- también destaca en la literatura por su infinita compasión para los niños maltratados y hambrientos.

Pablo Yactayo organiza presencias, les da un ritmo, un número. Crea rituales de fecundidad. Celebra homenajes a la vida perpetua de la tradición andina y de los elementos de la naturaleza. Es una obra que apuesta sobre la convivencia eterna del hombre con las fuerzas cósmicas, que afirma el sentido de la existencia, propagando un profundo y firme optimismo.

Piedras de los Celtas...  Stonehenge.... Intihuatana en Macchu Pichu. Desde tiempos inmemoriales, la piedra ha tenido afinidades con lo más sútil: la adoración mística. La escultura como epifanía. Pienso en las estelas mayas, sus signos abstrusos, su escritura que nos resiste hoy en día todavía... Extraño lazo de lo más duro con lo impalpable: el pensamiento humano. Pablo traza en la piedra signos, códigos que sólo él descifra, dejando trabajo para los antropólogos del futuro.  Quién sabe si nuestros discos duros y USB durarán tanto como sus obras de granito...

Obviamente es transgresiva la obra de Pablo, en esta elección de lo eterno en nuestro mundo de modas y consumo rápido. Él, que apuesta por lo eterno, lo ve y lo crea. Está atravesado por un respiro más amplio, una solidez desconocida, se vuelve apu en la ciudad.

También la obra del escultor es un quebrantamiento del orden existente, en la medida en que no está hecha para venderse. Con un legítimo orgullo, el artista no se resigna a que su obra esté despedazada en casas particulares y busca un museo para reunirlas.

En cuanto a la dimensión del lazo, se encuentra bien presente : Pablo Yactayo crea en la plena conciencia de los tres momentos del tiempo (pasado, presente y futuro). Introduce en la capital motivos y energías andinas, sin olvidar a los marginados urbanos.

Esta obra me recuerda unas reflexiones de Gustavo Buntinx (1) sobre el cambio cultural introducido por la llamada Revolución peruana. El crítico subraya “el horizonte amplio de renovaciones para el arte peruano” que se desplegó en este periodo, un “horizonte sesgado por la búsqueda de cierta idea de la identidad y de lo nacional principalmente identificada con algún concepto de lo andino.”  (2Evoca el esfuerzo por crear una “modernidad andina”.  Me parece que en este rumbo estamos con Pablo Yactayo, aunque no sé si aceptaría el término de modernidad, pues él prefiere – con más nobleza- el de eternidad.

            Por cierto me interesa la valoración de lo andino. Me importa la diversidad cultural por una cantidad de razones. Soy oriunda de Occitanía, una  región donde se habla(ba) la lengua d'Oc, y que cubre la mayor parte del sur de Francia, ciertos valles italianos y el noreste de España. Hay en Francia siete poblaciones minoritarias hablando cada una su lengua: corsos, vascos, bretones, alsacianos, catalanes... y occitanos. (FALTA EL NOMBRE DE UNA CULTURA) Se calcula que el 10 por ciento de la población francesa es locutora de una lengua minoritaria, pero los que se reconocen en alguna de estas culturas representan una cantidad mucho mayor, por supuesto. La Occitanía padeció una cruel represión religiosa en el tiempo de los Cátaros, pero pudo guardar una especificidad administrativa hasta la Revolución francesa. En esta región se desarrolló una cultura de un extremo refinamiento. Es la cuna de los trovadores, del amor cortés que tanto influyó en la urbanización de las relaciones sociales en Occidente a partir del siglo XII. El siglo XX vio el nacimiento de un movimiento occitan reivindicando la importancia y la relevancia actual de esta cultura.

A un nivel ético también, me parece esencial reconocer la identidad de cada uno, en su irreductible especificidad. Es una labor de tolerancia siempre amenazada por los impulsos de asimilación del otro a sí mismo. Labor indispensable sin embargo, porque si no existe, se genera la violencia(3).




[1] EPS Huayco, G. Buntinx
[2] También las llamadas Carreras de Chaskis y los festivales de arte total(Contacta, Jakari, Inkari) levantaron promiscuos vientos de exterioridad e intercurso social hasta en su opcion preferencial por los espacios públicos y al aire libre. Momento de excepción en nuestra cultura.
[3] El pensamiento sistémico difundido en particular por la ecología nos enseña también que cada forma de vida tiene su utilidad, que a mayor diversidad, mayor posibilidad de supervivencia. 

LA ENTREVISTA 


Exposición de esculturas “Los Andes Eternos”   
Casona  de  San  Marcos,  9  de febrero del 2009.

I- TU QUEHACER ARTÍSTICO

1- Antes que todo te agradezco por  tu presencia aquí. Podemos empezar con una pregunta que me surgió al leer unos recortes de periódicos. Hay una dimensión figurativa en tus obras escultóricas, pero no es la única dimensión me parece...

En la década del ochenta estudié en la Escuela Nacional de Bellas Artes del Perú, y mi formación académica de taller fue practicar la figura humana. He hecho retratos, torsos, figura completa. Pero tenía que buscar una inspiración más personal, con formas propias. Y pensé también que tenía que ser en un material natural. Fue así que entonces escogí la piedra, el granito,  que luego me llevó a un proceso de sintetización de la forma, pues la técnica tiene sus dificultades, ¡y aquí en el Perú, mucho más!, por la carencia de herramientas. Tuve que empezar con cinceles simples, de acero. La dureza del granito me sedujo a estilizarlo, para que pueda trabajar con creatividad simplificando las formas: trabajar menos, pero decir más.

 Dentro del ámbito cultural andino ancestral tengo un gran ejemplo de cómo los artistas de esa época fundamentaron sus trabajos en la geometría. Lo que nos lleva necesariamente a un terreno abstracto. Esta es una dimensión mental, pues nos orienta a percibir lo oculto de la forma esculpida.

Aunque mi carrera la inicié con formas figurativas, ahora estoy en un juego, en un encuentro, entre lo figurativo y lo abstracto. No abandono ni uno ni otro, pues ambos se complementan. Así es que uno con la práctica y la experiencia se va encaminando a una visión más geométrica que sustenta el carácter tridimensional de la escultura. Pasamos de lo que se ve a lo que no se ve, esto es lo que trato de hacer visible; me estoy  refiriendo a la estructura, ese esquema no visible que soporta a la forma externa.  Hablo de la relación filosófica esencia / fenómeno. Para entender esta dualidad, por ejemplo, veremos una columna, su forma es cilíndrica. En su interior existe una línea vertical no visible que es la estructura de este cilindro. La esencia es su verticalidad íntima que no la vemos pero que sí la sentimos. El fenómeno viene a ser la forma exterior, cilíndrica, que sí vemos. 
            
Nosotros al producir arte estamos haciendo ciencia. Lo teórico lo demostramos con la práctica; así se manifiesta nuestra inteligencia al crear una obra. Algunos acusan al llamado artesano de usar sus manos y de no usar su mente. ¡Qué atrevimiento! No es cierto, pues en cada acto o práctica existe una triada fundamental: el hacer / el pensar / y la actitud que es sicológica. Sin este principio no veríamos la obra bien realizada. Por otra parte, no debemos desatarnos de la realidad diaria, pues el llamado artesano tiene que vivir de algo, y, por tanto, vende su trabajo. Es así que con moldes comienza  a repetir sus obras para ofertarlo. Hay otros que realizan sus obras una por una, así adquieren un buen oficio. Sin embargo, no reconocer a estos seres creativos como artistas es un error. ¡No tenemos que distinguir entre el que hace una creación en la sierra y el que lo hace en la capital! Como principio, ambos hacen sus creaciones como obra única, sólo que les dan un destino diferente.

En cuanto a mis obras, al iniciar el labrado tengo que disponer de una estructura para cada una según sea el tipo de composición elegida. En el volumen, el círculo se convierte en esfera, el cuadrado en cubo, el triángulo en pirámide, la línea vertical en cilindro, etc. Hay formas regulares y formas irregulares; usualmente una obra está hecha con irregulares. Todas estas formas son sólo referentes. De modo que cuando veo una masa irregular, en su interior puedo ‘ver’ una esfera, un cubo, un cilindro o un prisma y a estos tengo que hacerlos respirar afuera, en la superficie. Cuando uno habla de una composición tridimensional está haciendo una lectura de la superficie volumétrica, pero imaginando lo que está adentro.

Cuando me enfrento a la piedra, voy labrándola, decantándola. Soy muy persistente, no dejo de trabajar, haciendo o pensando, porque así gano más experiencia. Luego de labrar una obra, paso a otra, siempre teniendo el tema muy presente, pues así no tengo dificultad para definir lo que estoy esculpiendo. Cuando se esculpe una obra se va plasmando la idea del tema elegido que intenta resumir un instante del tiempo, pero en ese contexto surgen en seguida otras probabilidades para realizar más obras. Siempre el camino escultórico que voy desarrollando me  abre puertas a nuevas formas que  es necesario sondearlas, así, algunas veces me desvío momentáneamente de la ruta para encontrarme con otras posibilidades más amplias. Lo que no significa que no pueda regresar a mis orígenes, a esculpir de repente una figura humana académica…

2- ¿Tienes una idea clara de lo que quieres hacer antes de empezar a esculpir o vas descubriendo poco a poco tu propia escultura? 

El hecho de tener obras ya realizadas para mí es como tener un archivo mental, es toda una experiencia acumulada. Cuando estoy ante una piedra, proyecto mentalmente sobre ella las formas que mi imaginación va esbozando de acuerdo al volumen que estoy observando. En seguida empiezo con un lápiz a bosquejar para encajar una de esas formas hasta que finalmente dibujo la forma adecuada; aquí siento una alegría muy especial y ya es indetenible el deseo de empuñar el cincel y la comba. Una vez que encuentro el camino en esos detalles que me guían para meterme en la piedra, ya no hay nada que me detenga.

En el campo de la creatividad, tuve que hacer unos ejercicios para aprender a pensar en tres dimensiones. Modelando con barro se puede dibujar con rapidez lo que crea nuestra mente. Siempre hay una figura atrapada en la piedra pero hay que imaginarla, depende de la visión del escultor, de su penetración mental. Frente a la piedra todo se determina observándola bien, pues todo se resuelve mentalmente; después viene el cincelado…

3- ¿Cuál es tu criterio para determinar si una escultura es buena, acertada?

Cuando vemos una obra escultórica es determinante el primer impacto y de cómo encontramos un detalle que nos lleve a recorrerla en su totalidad. Luego, sentir cómo percibimos el balance de sus proporciones volumétricas, la armonía de sus formas.  De igual modo, recorrer la línea de su dibujo a través de sus múltiples perfiles. Es nuestra percepción sensible la que nos hace gozar directamente de esta experiencia estética frente a la obra y es así que podremos captar, a través de la forma, el mensaje.

Para ver mi propia exposición, ¡cómo quisiera tener los ojos del observador! Más allá de lo formal quiero que mi obra sea propia, auténticamente local. Y si alguien ve algo de nuestra cultura en mi obra estará percibiendo un grado de evolución, de continuidad cultural en el tiempo.

Ese eslabón que une al presente con el pasado son las obras auténticas que nacen en el suelo de una sociedad y que van caracterizando su lugar y su  época. Como creaciones telúricas se hacen singulares para luego adquirir una dimensión universal. La historia y el arte exigen personalidad, de modo que el artista como humano y creador no debe evadir su compromiso social…

II- LA RELACIÓN DE TU OBRA CON LA CULTURA ANDINA

 1- El título de tu muestra: “Los Andes eternos”, es algo provocativo, ¿no? 

Sí, claro, es una provocación. Porque siempre se habla de esta cultura como un hecho histórico o que ya no existe. Y hasta se habla de un renacimiento andino. Pero, qué renacimiento va a haber si nadie ha desaparecido...

El Perú tiene una variedad de imágenes, colores y formas para ser plasmadas artísticamente, de todo eso yo he elegido a Los Andes. Pues como un pasajero momentáneo de esta vida, y con la distancia técnica inalcanzable, me permito decir con todo respeto supremo que si los artistas ancestrales esculpieron sus incomparables obras en el duro granito, ¿por qué yo no puedo hacer lo mismo? Aunque en mínima dimensión, ya estoy haciendo obras; esta exposición es una prueba concreta.
Declaro que ante los antiguos maestros andinos estamos frente a espíritus selectos, superiores. No estoy magnificando, los estoy poniendo en su exacta dimensión. Basta ver sus obras pétreas para saber de quiénes estamos hablando.

2- No sé si quieres explicar de lo que te interesa exactamente en la tradición andina... 

Fundamentalmente es unir el pasado cultural con nuestro presente, que las obras de este tiempo se nutran de su tradición no copiando sino plasmando del ser andino su espíritu actual y su estética particular que aparece ante nuestra vista en la vida diaria; por tanto, modernizándolo también de acuerdo a nuestro telúrico sentir. Se trata de buscar y de generar una continuidad histórica en todos los terrenos culturales; cada artista lo hará en el área de su dominio. Así tendremos una obra local con nombre, color, forma, aroma y presencia propios. La cultura que produce una civilización no es estática porque su creación dentro de la sociedad es continua, está en el diario vivir.

3-¿Estas presentando dos grupos de papas, tubérculos muy andinos?

Sí, en esta muestra individual tengo dos grupos de papas. El primero fue para representar, tal como es, este tubérculo oriundo andino que ha inundado al mundo, que ha saciado el hambre. En el año 2006 quise hacerle un homenaje, y tuve éxito, pues presenté este grupo a un concurso que convocó el ICPNA, la obra fue clasificada y me concedieron una mención honrosa. Ese fue el año internacional de la papa. Las piedras lucieron los colores diversos de este alimento, y también la simbología andina. Fue un éxito, no digo económico, sino artístico. ¡Un éxito, sobre todo, para este tubérculo!
El otro grupo de papas es más concreto y está dispuesto de modo circular. Su presencia a mí me da mucha satisfacción, como que he querido plasmar la historia de la papa en un solo momento. En el centro, se encuentra una papa grande, femenina. Le rodean ocho papas, con significados propios de la cultura múltiple ancestral. Yo me he paseado por los Andes, he visto todo el legado de nuestra cultura y es por eso que en cada papa creé ruinas, como me imaginaba que eran, pues cada una tiene algo específico que simboliza a las civilizaciones de esta cultura plural. Por ejemplo, la papa negra tiene la forma de un huaco mochica. El círculo que aparece en las otras, significa el tiempo. Con estas obras deseo, también, hacer un homenaje al espíritu del anónimo agricultor indígena de todos los tiempos, hombre y mujer, que, como si reencarnara en sucesivos cuerpos, aún habita en las cordilleras…    
       
4- Te interesa la vida en los Andes... Estoy pensando en tu escultura “Enfrentando al temporal”...

 El tiempo no solo es el continuo amanecer de cada día. El tiempo se manifiesta por hitos simultáneos: el sol que va grabando una tonalidad en la piel de la gente, la lluvia que va puliendo a la piedra y que en el campo protege y genera la cosecha del campesino... En esta obra, de cinco piezas, he querido plasmar esa presión cotidiana que tiene el ser humano en los Andes para enfrentar las condiciones climáticas como el frío, el viento helado. Mientras el personaje de adelante se enfrenta a la inclemencia, él de atrás mira el pasado, su historia. Los otros, que son unas mujeres que están al centro y una sobre otra, se abrigan, se protegen; en sus rostros han quedado grabados ese momento…

5- En “Horizonte: memoria rural”, ¿qué representan las cuerdas?

En la cultura Paracas, se encontraron fardos funerarios, cuerpos humanos sentados y embalsamados. En este conjunto pétreo, el monolito blanco oculta un cuerpo que está amarrado, sólo en la parte superior se puede ver descubierto el rostro de una persona viva que es una metáfora de que las culturas siguen vivas en la memoria de cada poblador. Que en la capital, que es un foco centralizador, no las quieran ver y que no las muestren en su grandeza  no quiere decir que no existan. Estos pobladores, descendientes andinos, saben tocar instrumentos musicales, narran cuentos, son agricultores, tienen su propia culinaria, danzan y bailan, entre ellos todavía existen herederos que labran el granito, son constructores, son bilingües, etc., pero cuando visitamos sus territorios hay que saber llegar a ellos. A menudo a estas culturas telúricas se les observa con la mirada de un ser superior. Yo cuando viajo a la sierra voy para aprender: deseo saber su filosofía de vida, su relación con la naturaleza, su cosmovisión.

Aquí quiero referirme al idioma. Ellos, para poder filosofar sobre su propia vida y transmitir su propio pensamiento, se comunican en quechua porque piensan en quechua, su idioma ancestral. ¿Cómo es que se les pretenda medir con otro idioma? Deseo graficar este asunto, hace algún tiempo estaba en un exclusivo restaurante vegetariano en Trujillo, había un grupo de turistas que hablaban en alemán, pero entre ellos había una española. Habían estado en el Cusco y en distintos lugares de la costa; y decía esta dama: “acá la gente inventa palabras, jerga, verbos...” Ellos tenían una visión europea de lo que es hablar el español, aquí en el Perú. Hubiera querido intervenir, ¡el idioma español es la segunda lengua de los andinos!, ¡su lengua materna es el quechua! Muchos hablan mal el segundo idioma porque ellos razonan en su idioma matriz.

6-¿Ha habido una evolución en tu manera de concebir esta cultura andina ancestral, en tu manera de aproximarte a ella?       
                                      
He viajado por distintos sitios arqueológicos y pueblos, y desde entonces he tenido la sensación espiritual de ser y pertenecer a esta cultura. Yo hago esculturas porque tengo un compromiso con la humanidad, con el ser humano actual, con su historia presente. Conocer mis raíces culturales in situ me ha ayudado a hundirme en su historia, cada vez aprendo y la admiro más. Ser escultor me ha llevado  a beber de ella directamente, no necesito traductores.

Ante mi cultura no tengo una posición postiza. Si hasta me hubiera gustado nacer en los Andes. Cómo me gustaría tener esos pulmones del poblador andino que respira sin problemas en las alturas, porque las primeras veces que llegué a las mesetas me dio soroche, mal de altura.

Digo que son culturas vivas, productivas, aunque necesitan ser reflejadas, expuestas. Me refiero a que hay muchos artistas anónimos: no tienen el apoyo, ni la difusión de sus obras. Muchos se quedan dentro de su pueblo, de su ciudad. Sin embargo, en nuestra capital se recibe a artistas de cualquier país y se les promociona en los periódicos, con fotos... Pero vienen peruanos desde sus terruños a exponer a la capital y publican poco o nada... ¡tendría que ser igual, por equidad!

III- TUS INCONFORMIDADES

1-Este desinterés por lo peruano, te parece que tiene que ver con las páginas culturales y con la crítica? 

Solo en parte, porque el asunto cultural pasa por ser una política dentro del contexto gubernamental que debería materializarse mediante la difusión sostenida de todas las manifestaciones artísticas. Aunque, por el lado independiente o privado, me permito decir que, aquí en Lima, algunos pocos artistas y de modo exclusivo son llevados de la mano por la ‘crítica de arte’. Así se crea un ficticio panorama artístico que solo promociona a ciertos artistas, hasta se puede creer que solo ellos son los únicos artistas plásticos peruanos. Opino que un artista bien formado no puede estar supeditado y menos dirigido por los llamados críticos o curadores, estos no están a su altura vocacional, espiritual, ni profesional. Explico, todas las sensaciones y emociones que un artista experimenta en la rutina de su quehacer plástico, esas alegrías recónditas de encontrar una gama de color, de esbozar una forma inesperada o resolver un exacto dibujo no podrán ser traducidos por teóricos o diletantes que siempre estarán lejos del sentir íntimo del verdadero creador.  El crítico o el curador, ante una obra, siempre tendrán una mirada ni tan profunda ni tan sentida como lo tiene la fibra espiritual de un artista…

2- ¿Y los escultores egresados de la Escuela Nacional de Bellas Artes? ¿Estás en contacto con ellos?   
                                                               
El Perú necesita de escultores con arraigo telúrico, que esculpan nuestra vida contemporánea para propiciar una cultura local moderna. Pero, volviendo a la realidad, puedo confirmar que desde niños la instrucción pública que hemos recibido nos ha limitado. La hemos llevado más por cumplir que por aprender. La educación artística en los colegios es una asignatura de menor rango. Y las Escuelas Superiores de Arte, que están en provincias, no tienen la atención debida. La Escuela Nacional de Bellas Artes está, en los últimos diez años, en manos de políticos que, como un carrusel, entregan el ‘cargo de confianza’ a gente sin credenciales académicas; estamos en el 2009 y quién sabe qué destino le espera a la primera escuela de formación artística del país. Y menos sabemos qué sucede con sus egresados; por ejemplo, cada año egresan entre 60 y 70 alumnos, de manera que en los 10 últimos años han egresado unos 650 artistas. ¿Dónde están? Suponemos que deben estar haciendo obras, en algún lugar. Pero, no habiendo una política cultural de apoyo al artista, pasan a una lista de anónimos: no podemos opinar sobre sus obras, porque no las vemos. No obstante, sabemos que muchos talentosos se dedican a la docencia para poder sobrevivir…

3- ¿Encuentras algunas dificultades en tu quehacer escultórico?

¡Todas!, principalmente la económica. Hasta para encontrar las piedras, hay que escogerlas. Las extraigo del río Rímac y también del Chillón. Luego viene el traslado hacia mi taller, para esto contrato una camioneta y un personal. Por supuesto soy yo quien encabeza esta esforzada tarea…

 Las herramientas eran un problema, pues solo había comba y cincel de acero.  Ahora, felizmente han aparecido cinceles con una punta diamantada, de tungsteno, que me permite trabajar con más facilidad. Retroactivamente estoy agradecido con toda esa gente que con su inventiva y trabajo crearon la comba, el cincel. En Europa se pueden encontrar estas herramientas hechas en fábricas. Pero, aquí, las mando a hacer en lugares informales donde los herreros hacen los cinceles hasta donde pueden modificarlos. Después voy a un esmeril y yo mismo transformo las puntas de acuerdo a mis necesidades.

Pero ya en el terreno del panorama escultórico peruano, no existe una sola oportunidad que nos den a los artistas. No hay un colegio  que agrupe a los escultores, y menos una institución de apoyo por iniciativa gubernamental. Lo óptimo sería que cada artista tuviera, por parte del estado, la facilidad de exponer sus obras una vez al año y con todos los gastos que ocasionen la sala de exposiciones, el traslado de las obras, la impresión de un catálogo, la publicidad, un reportaje en el canal del Estado. Así uno se compromete a realizar una buena obra. Pero, por ahora, acceder a uno de esos espacios para exposiciones cuesta en dólares...

Sólo una política cultural bien orientada y sostenida económicamente puede compensar esa educación de bajo nivel que recibimos aquí. Si no hay eso, es muy fácil que los jóvenes sin tener poder de raciocinio propio, con escasos estudios y sin posibilidades para salir adelante se pierdan en las esquinas de sus barrios, con esos grupos de muchachos rebeldes que forman pandillas. Hay que tener en cuenta que la delincuencia está en todo lugar y que cualquier adolescente puede caer en sus garras. La cultura con su presencia creativa en  permanente desarrollo y con una economía de soporte estatal sería un buen apoyo para la juventud.

4- ¿Puedes comentar tu obra: Solidaridad nocturna?

Es un grupo pétreo de cuatro piezas abandonadas en el suelo; cada pieza arropa a cuatro o cinco niños que duermen en comunidad pero en la intemperie. Representa a los niños de la calle. Yo no puedo olvidarme de esa realidad que vivimos aquí. Ellos se cubren para protegerse del frío, se juntan para darse calor. Quiero que la gente sienta que están botados por ahí bajo la inclemencia no solo del tiempo, sino ante la indiferencia humana…

IV- TU RELACION CON EL MUNDO

1- ¿En algún momento de tu carrera, participaste en un grupo, en un colectivo?

No hay nada más solitario que el trabajo de un artista. Su actividad creadora es solitaria, íntima, secreta y permanente. Todo lo colectivo que se quiera hacer es solo para preparar una exposición. Trabajar en grupo es difícil, porque todos somos diferentes en modos de pensar, de hacer. Por ejemplo, cuando en una simple conversación se expone una idea, inmediatamente surge como oposición, otra. Y, en asuntos artísticos creativos, es difícil tener ideas comunes. Coincidir en un grupo supone hacer obras alrededor de un ideal, de un propósito magno; pero eso pocas veces ha sucedido.

2- ¿Participas en encuentros internacionales?

Desde principios de esta década participo en simposios internacionales de escultura. Estos encuentros donde directamente ejecutamos una obra en granito en ocho o diez días, me han permitido hacer obras grandes que van desde un metro y medio hasta dos, de longitud. Alternamos con maestros y jóvenes de distintos lugares del mundo convocados mediante concurso. Un simposio es el lugar exacto y deseado para todo escultor; pues nos dedicamos exclusivamente a realizar la obra y a exponerla durante el tiempo que dura. Además vemos cómo realiza su obra cada participante internacional; es un aprendizaje tanto en la técnica como en la estilística personal. Por dos semanas vivimos en comunidad con los artistas hablando de arte, de historia, intercambiando presentes, balbuceando otros idiomas y conociendo la cultura del lugar. Es un sueño hecho realidad…

3- Expresaste en otros momentos que sentías un compromiso con las tres dimensiones del tiempo, diciendo que una obra auténtica: “se nutre de los hechos de su contemporaneidad”, “conociendo sus raíces artísticas” y que “avizora el futuro, como parte de la construcción de un digno destino común”...

La escultura propiamente refleja esas dimensiones siendo arrastrada por el tiempo que es indetenible. Y toda obra contemporánea si desea tener presencia en el futuro debe ser producto de la latente vida social de su entorno. La cultura, teniendo como eje al arte,  naturalmente va en busca del desarrollo humano orientándolo hacia un destino plural.

Alguna vez declaré que si viajaría por el mundo, iría con mi cultura. En Europa, normalmente se cultivan y promocionan los ismos, como el abstraccionismo, el surrealismo, el constructivismo... y que yo vaya a exponer allá un abstracto ilegible que no tiene relación con mis raíces, no tiene sentido. Justo por esos años, 1997, me llegó una invitación para exponer en Alemania, llegué con mis obras figurativas en granito inspiradas en la tradición andina, con atuendos y con trenzas, y tuve éxito porque llegué con lo mío, me prestaron atención. “Nosotros esperamos de los artistas de América, de África, de Asia, que vengan con su cultura” me dijeron, y de inmediato me adquirieron una escultura en granito.

Afirmo que en el Perú, se hace arte. Pero en Lima, muy poco arte peruano. A lo cual agrego que cada uno tiene la libertad de hacer lo que desee. Pero aquí viene el compromiso personal, telúrico. Algunos quieren hacer algo como  para hacerse notar, para que algún curador lo convoque. Por mi parte, cincelo mis obras con una seriedad solemne; lo que hago, deseo que pertenezca a la historia contemporánea. Incluso, hasta yo quisiera que mis obras estén en un solo lugar donde no se atomicen, que no se dispersen,  para que la gente tenga una idea general de lo que hago. Existe un proyecto para hacer un museo.

4- Pero, ¿no tienes algún interés en vender  tus obras?

No, no las vendo. Yo soy profesor, y con el sueldo ínfimo que todo maestro  cobra aquí en el Perú, sigo trabajando, viviendo.  La docencia también es una vocación, y en mí se despertó, primero, a través de la enseñanza del dibujo. Ahora, y desde hace una decena de años, soy profesor de escultura en piedra, en Bellas Artes de Lima.

Hablando de vender, en una oportunidad me invitaron los alumnos del primer año de Bellas Artes para un conversatorio sobre arte. De  pronto  comentaron sobre las galerías de arte y de cómo vender las obras...Y yo les pregunté: “¿Quién ha dicho que las obras deben venderse?”. El taller quedó en silencio.

 Como docente busco que el artista que está dentro, en el interior de los alumnos, se despierte y salga...en obras, porque esa es la cualidad del que quiere ser artista: debe producir obras. Porque en materia de arte nada se debe quedar a nivel de un discurso, es fácil decir, ¡yo soy artista!, pero si a los estudiantes no se les aclara bien este asunto de que una obra no tiene precio, se puede llegar a que hagan sus obras solo con el fin de venderlas. Esto estaría tergiversando, doblando, el verdadero espíritu del arte. Vender no solo es el fin del artista. Lo cual no quiere decir que no venda o que no reciba encargos para realizar obras. Si nos dedicamos exclusivamente para vender entonces corremos el peligro de no hablar de arte, sino de negocios; porque así moriría el espíritu del artista para dar paso solo al comerciante quien jamás producirá una obra de arte, que es el fin supremo de todo artista…

5- ¿La espiritualidad ocupa un gran lugar en tu vida?

Para contrastar con el mundo material, debo decir que creo y siento la espiritualidad. Antes que nada, soy un ente espiritual con un vehículo llamado cuerpo. Uno es pasajero en esta vida por un tiempo breve. ¡Pero lo que quedarán son las obras! Y estas son precisamente productos de una espiritualidad cultivada, de una persistente sensibilidad, de una emoción social, cualidades supremas que presiden el diario vivir del artista.

6-¿También eres poeta?

Bueno, las ideas también se ‘cincelan’ en la mente y luego se escriben en el papel. Como un espíritu que atraviesa por este mundo, vengo con una vocación, con una vena artística plural, con un talento que hay que cultivarlo. Es la función totalizadora de todo aquel que quiere convertirse en artista. Siempre hay otras salidas para la creación. Si puedo hacer esculturas o dibujos, espontáneamente también puedo escribir un verso o un  artículo. ¡Ah!, degusto mucho de todas las instancias del humor; me hace creativo; la broma, la mordacidad y la ironía me regulan como ser humano. Y, lógicamente, también me hundo en la poética. Hacer mis esculturas me lleva mucho tiempo, y como mi mente no se detiene, también voy escribiendo, haciendo versos, frases para reflexionar. He escrito  sonetos, es mejor desarrollar algo complejo porque así se aprende. El soneto tiene un cuerpo, es una unidad. Es necesario entrenarse, borronear, leer, conocer, practicar para poder esbozar uno. Allí nada falta ni sobra, tiene una métrica, un ritmo e íntimamente una estructura, pero lo principal es el vuelo de las palabras bien escritas y ajustadas al sonido de la rima para destilar el aroma de una idea…

7- ¿Cuál es tu punto de vista respecto del mundo actual?       
                  
Vivimos en un mundo donde impera la desigualdad, tan abrumante con su tecnología moderna pero a la vez tan distante del dolor y las necesidades diarias de los que sobreviven que, de hecho, genera una gran brecha entre los que tienen y los que no tienen. Hay quienes se han enseñoreado olvidando que los demás son tan iguales como ellos, que todos somos seres humanos, hermanos espirituales. El dinero no debe diferenciarnos; el trato, en cualquier circunstancia, siempre debe  ser horizontal. 

Mientras más humilde sea una persona, más grande es su espíritu; porque el que acumula riqueza material difícilmente podrá llenar su vacío espiritual. Mi mirada principalmente es desde mi espíritu, por tanto, no podría ver diferencias entre la raza humana, basta con que tengan vida y ojalá la tengan en salud y en abundancia. ¿No es la tierra un reino donde todos tenemos que vivir bien? Sin embargo hay gente empeñada en destruirla por causa de una ambición económica desmedida. Es necesario cuidar nuestro hogar común: la naturaleza. Con urgencia debemos desterrar la contaminación para evitar el calentamiento terráqueo, colaborar con una permanente limpieza en todos los campos. Ser ecológico es ser un ejemplo en la vida diaria.

8- ¿En qué piensas cuando escuchas la palabra “modernidad”?

¿Pero, de qué modernidad podemos hablar aquí en el Perú, cuando la misma práctica nos dice que venimos siendo repetitivos en todo: política, economía, cultura, deporte? Me queda claro que cuando hablan de modernidad se refieren a la modernidad del hemisferio norte. Incluso aquí, en Lima, balbucean de post-modernidad como si realmente pasáramos triunfalmente de un período al otro.

En el Perú debemos buscar nuestra propia modernidad con nuestros propios elementos culturales y nuestras propias ideas... ¿Por qué me voy a subir a un tren, la globalización, cuando aquí yo quiero hacer mi propio tren? Como cultura siempreviva estamos de pie, y también exigimos que las otras estén de pie delante de nosotros, ninguna es superior a la otra. Toda civilización con idioma y costumbres propias da a luz su propia cultura. No hay, pues, una cultura ‘global’. Pero, por ahí vienen para cada especialidad los dictados de la moda foránea. Esto no se puede permitir, menos en materia artística. Lamentablemente, aquí un sector de artistas están colonizados mentalmente y esperan que aparezca una moda, siempre pasajera, para sumarse a ella, y como ésta es efímera muchos de ellos, carentes de personalidad, también desaparecen.

¿Cómo me van a dar una receta de una moda, teniendo yo aquí como marco artístico una inmensa cultura ancestral y una ineludible realidad? Para empezar, los artistas somos todos diferentes pues cada quien maneja sus propios mecanismos de creación. Para mí, hacer una obra escultórica es un acto íntimo, secreto, un encuentro con mi paz interior, con mi cultura ancestral y sumergido en nuestra realidad telúrica contemporánea…
                                                        
9- En este momento, hay una muestra de la gran escultora boliviana  Marina Núñez del Prado, supongo que debes sentir alguna afinidad con ella, con su visión artística...

Sí, tengo una afinidad temática con ella. Te voy a contar algo, tuve algunos encuentros con ella. La primera vez fue cuando yo aún era un estudiante. Con un grupo de alumnos de escultura de Bellas Artes visité su casa-taller, en San Isidro, Lima. Ella tuvo la amabilidad de mostrarnos una cantidad de maquetas que utilizaba como estudios previos para hacer sus obras. Luego admiramos sus esculturas, tanto en bronce como en granito.

El segundo encuentro fue cuando la invité a la inauguración de mi primera exposición individual de escultura en la Galería de arte Sol donde presenté un conjunto de doce mujeres esculpidas en granito natural. En plena recepción, un amigo me llamó para decirme “Tienes que escuchar lo que Marina dice de tu obra”, ella, anciana sabia, estaba hablando rodeada de jóvenes artistas alrededor de una de mis obras. Enseguida, mi amigo me presentó, “Aquí está el escultor”, y doña Marina dirigiéndose a mí me dijo, “¿Te puedo dar un beso?”, y después, mirándome, afirmó: “¡Eres el primer escultor peruano!”. ¡Son unas palabras que guardo muy dentro de mí...! Y refiriéndose al ambiente artístico limeño me comentó, “Yo no me pierdo ninguna exposición de escultura, encuentro de todo, abstractos... pero tú no te olvidas de tus trencitas”, mientras las tocaba y palpaba en las esculturas. Después de un breve diálogo y para despedirse me pidió, “¿Te puedo dar otro beso?”, y me invitó a que visitara su taller…

Todo fue inesperado. En mi primera exposición individual no pensé recibir así un espaldarazo para el tema que había elegido: el Perú andino. ¡Y nada menos que de una artista extranjera!
Ese fue el año 1992, donde con distintas manifestaciones oficiales se celebraban los 500 años del  “encuentro de dos culturas”; con mi muestra titulada “Los Andes”, yo más bien me sumé a “500 años de resistencia”...

10- Me parece maravilloso este encuentro, muy emocionante, una gran estimulación para seguir tu camino. Por cierto ¿tienes en este momento algún nuevo proyecto?

Quiero seguir esculpiendo al Perú profundo, al Perú vivo, y con obras más grandes. Pero haré lo que mi economía me permita.

Desde hace un tiempo vengo cincelando cabezas de gente andina. Cuando acumule un determinado número las voy a exponer. Para realizar estos rostros me concentro en captar el estado sicológico vivo, para intentar grabar el rictus facial de la serenidad, la sonrisa, el reposo, la atención, la mirada, etc., gestos propios del ente rural.

11- Por fin, si pudieras dar a los peruanos alguna cualidad, ¿cuál escogerías?


El peruano es solidario en su contexto social. Pero, yo trataría de despertar al artista que cada uno lleva dentro. Un mundo con espíritu de artistas sería el ideal terreno. La vida misma nos invita a que transitemos por ella con la mayor libertad. Como en el mundo somos un grupo humano con variadas perspectivas en la vida, cada cual se va por su lado, pero si fuéramos artistas por un momento, pronto entenderíamos que toda ayuda tiene que ser recíproca buscando el bien común.  Creo en un mundo con sensibilidad de artistas, estoy hablando de seres afectivos que sabrían comprender de inmediato que también hay otros que tienen los mismos derechos que uno reclama, pues somos dueños de todo lo que existe y, por tanto, deberíamos disponer equitativamente de todo ello.
E

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