Fue por casualidad también que encontré a
Pablo Yactayo, y lo digo con una risa interior, porque, como muchos, no creo mucho en la casualidad... En todo
caso, no lo había planeado, porque sencillamente no estaba enterada de su
exposición. La habían anunciado en los periódicos el mismo día de la inauguración, pero yo estaba fuera de Lima.
Cierto día llegué a la Casona de San Marcos para
otra manifestación cultural. Cuando entré en el primer patio, me saltaron a la vista alrededor de la
fuente unas composiciones de piedras de las que se desprendía armonía y
misterio. A la entrada, un afiche: “Los Andes eternos”.
Granito labrado, formas ovaladas en su
mayoría. Trabajo minucioso, trazando signos, escondiendo figuras, plasmando
rostros y fragmentos de trenzas, excavando, formando relieves redondos, una
escritura de piedra que atrae potentemente la atención. Ya casi no estoy en la Casona de San Marcos, sino
en una sierra que labra el viento, y de repente regreso a Lima, me veo en una
calle pobre del Cercado, delante de unos chiquitos que se aprietan debajo de
una frazada: “Solidaridad nocturna”... Me gusta y me conmueve esta coexistencia de
una sensibilidad andina y cósmica con una compasión hacia los niños marginados
de la metrópoli.
Muchas de esas esculturas hacen eco para mí a
la imagen matriz de la papa o del huevo. Son el fruto de una germinación, son
promesa de eclosión. El título de la muestra suena para mí enternecedor: “Los
Andes eternos”. Es como una profesión de fe.
Dejo mi dirección de correo electrónico en la
Casona para Pablo Yactayo, y cuando recibí su primer mensaje, me sobresalté. Hay paz y
fuerza en sus palabras: el soplo del viento y la serenidad de la tierra. Hay un
ritmo inusitado, el mail se abre con unos saludos que otorgan a la comunicación cierta gravedad.
Una semana después, regreso a la Casona , me acerco
nuevamente a sus obras esperando su llegada, de repente me volteo y él está a
unos metros, sonriendo, sus ojos chispeando. Me dirijo hacia su aparición,
viste una deslumbrante camisa blanca de palmeras azules, nos sentamos en la
sombra sobre un venerable banco de madera oscura y empezamos la entrevista. Es
una alegría para mí conversar con Pablo, porque su visión del mundo está
impregnada de integridad. Tiene mucho que decir, sus ideas a veces lo llevan a
apartarse de las preguntas, sigue el hilo de la lógica interna, no me importa,
al contrario. Pero es tan rico el pensamiento que a menudo sé que se tendrá que
ampliar, explicar mejor los lazos... Más habla Pablo, y más nos queda por
hablar, porque lanza cabos que se quedan sueltos, y sin embargo son muy atractivos.
Se impone entonces un segundo encuentro, que
me permite completar y profundizar varios aspectos, dejando no obstante todavía mucha tarea
por hacer...
Me llama la atención que el
maestro hable de
despertar la vida en una materia inerte. Descubrir en la piedra la forma que
esta esconde. Recuerdo al poeta francés René Char valorando a “él que descubre”
y aplastando con su desprecio a “él que inventa”. Otorgo a las
palabras de Pablo un
valor simbólico. Es como si hablara de una ley ineludible de la naturaleza humana:
veo como si todos fuéramos
piedras, que el ejercicio de la vida esculpe con más o menos fineza, más o
menos pulido, usando el cincel de la violencia, la punta diamantada del
amor...o todos los tipos de energías o presiones que se pueden ejercer en un
ser humano, de parte de sus semejantes o de las fuerzas externas. En todo caso,
con el paso de los días, el reto es hacer emerger algo más vivo, más humano. Pareciera que Pablo trabajara en
eco al proceso que Jung llamaba individuación: llegar a ser más
sí mismo, más integrado, más sabio.
Pablo no sólo se interesa en el reino humano,
también despierta a las piedras, plasma humildes papas, sublimadas por signos
de las culturas andinas. En esta atención brindada al reino mineral, al reino
vegetal, me recuerda a otro gran poeta francés, Víctor Hugo. El poeta – y no es
casualidad- también destaca en la literatura por su infinita compasión para los
niños maltratados y hambrientos.
Pablo Yactayo organiza presencias, les da un
ritmo, un número. Crea rituales de fecundidad. Celebra homenajes a la vida
perpetua de la tradición andina y de los elementos de la naturaleza. Es una
obra que apuesta sobre la convivencia eterna del hombre con las fuerzas
cósmicas, que afirma el sentido de la existencia, propagando un profundo y
firme optimismo.
Piedras de los Celtas... Stonehenge.... Intihuatana en Macchu Pichu. Desde tiempos inmemoriales, la
piedra ha tenido afinidades con lo más sútil:
la adoración mística. La escultura como epifanía. Pienso en las estelas mayas,
sus signos abstrusos, su escritura que nos resiste hoy en día todavía... Extraño lazo de lo
más duro con lo impalpable: el pensamiento humano. Pablo traza en la piedra
signos, códigos que sólo él descifra, dejando trabajo para los antropólogos del
futuro. Quién sabe si nuestros discos
duros y USB durarán tanto como sus obras de granito...
Obviamente es transgresiva la obra de
Pablo, en esta elección de lo eterno en nuestro mundo de modas y consumo
rápido. Él, que apuesta por lo eterno, lo ve y lo crea. Está atravesado por un
respiro más amplio, una solidez desconocida, se vuelve apu en la ciudad.
También la obra del escultor es un quebrantamiento del orden existente, en la medida
en que no está hecha para venderse. Con un legítimo orgullo, el artista no se
resigna a que su obra esté despedazada en casas particulares y busca un museo
para reunirlas.
En cuanto a la dimensión del lazo, se
encuentra bien presente : Pablo Yactayo crea en la plena conciencia de los tres
momentos del tiempo (pasado, presente y futuro). Introduce en la capital
motivos y energías andinas, sin olvidar a los marginados urbanos.
Esta obra me recuerda unas reflexiones de
Gustavo Buntinx (1) sobre el cambio cultural introducido por la llamada Revolución peruana. El
crítico subraya “el horizonte amplio de renovaciones para el arte peruano” que
se desplegó en este periodo, un “horizonte sesgado por la búsqueda de cierta
idea de la identidad y de lo nacional principalmente identificada con algún
concepto de lo andino.” (2) Evoca
el esfuerzo por crear una “modernidad andina”.
Me parece que en este rumbo estamos con Pablo Yactayo, aunque no sé si
aceptaría el término de modernidad, pues él prefiere – con más nobleza- el de
eternidad.
Por cierto me interesa la valoración de lo andino. Me importa la diversidad cultural
por una cantidad de razones. Soy oriunda de
Occitanía, una región donde se habla(ba)
la lengua d'Oc, y que cubre la mayor parte del sur de Francia, ciertos valles
italianos y el noreste de España. Hay en Francia siete poblaciones minoritarias
hablando cada una su lengua: corsos, vascos, bretones, alsacianos, catalanes...
y occitanos. (FALTA EL NOMBRE DE UNA CULTURA) Se calcula que el 10 por ciento
de la población francesa es locutora de una lengua minoritaria, pero los que se
reconocen en alguna de estas culturas representan una cantidad mucho mayor, por
supuesto. La Occitanía
padeció una cruel represión religiosa en el tiempo de los Cátaros, pero pudo
guardar una especificidad administrativa hasta la Revolución francesa. En
esta región se desarrolló una cultura de un extremo refinamiento. Es la cuna de
los trovadores, del amor cortés que tanto influyó en la urbanización de las
relaciones sociales en Occidente a partir del siglo XII. El siglo XX vio el
nacimiento de un movimiento occitan reivindicando la importancia y la
relevancia actual de esta cultura.
A un nivel ético también, me parece esencial
reconocer la identidad de cada uno, en su irreductible especificidad. Es una
labor de tolerancia siempre amenazada por los impulsos de asimilación del otro
a sí mismo. Labor indispensable sin embargo, porque si no existe, se genera la
violencia(3).
[1] EPS Huayco, G.
Buntinx
[2] También las
llamadas Carreras de Chaskis y los festivales de arte total(Contacta, Jakari, Inkari)
levantaron promiscuos vientos de exterioridad e intercurso social hasta en su
opcion preferencial por los espacios públicos y al aire libre. Momento de
excepción en nuestra cultura.
[3] El pensamiento sistémico difundido en
particular por la ecología nos enseña también que cada forma de vida tiene su
utilidad, que a mayor diversidad, mayor posibilidad de supervivencia.
LA ENTREVISTA
Exposición de esculturas “Los Andes
Eternos”
Casona de San Marcos, 9 de febrero del
2009.
I- TU QUEHACER ARTÍSTICO
1-
Antes que todo te agradezco por tu
presencia aquí. Podemos empezar con una pregunta que me surgió al leer unos
recortes de periódicos. Hay una dimensión figurativa en tus obras escultóricas,
pero no es la única dimensión me parece...
En la década del ochenta estudié en la
Escuela Nacional de Bellas Artes del Perú, y mi formación académica de taller
fue practicar la figura humana. He hecho retratos, torsos, figura completa.
Pero tenía que buscar una inspiración más personal, con formas propias. Y pensé
también que tenía que ser en un material natural. Fue así que entonces escogí
la piedra, el granito, que luego me
llevó a un proceso de sintetización de la forma, pues la técnica tiene sus
dificultades, ¡y aquí en el Perú, mucho más!, por la carencia de herramientas.
Tuve que empezar con cinceles simples, de acero. La dureza del granito me
sedujo a estilizarlo, para que pueda trabajar con creatividad simplificando las
formas: trabajar menos, pero decir más.
Dentro
del ámbito cultural andino ancestral tengo un gran ejemplo de cómo los artistas
de esa época fundamentaron sus trabajos en la geometría. Lo que nos lleva
necesariamente a un terreno abstracto. Esta es una dimensión mental, pues nos
orienta a percibir lo oculto de la forma esculpida.
Aunque mi carrera la inicié con formas
figurativas, ahora estoy en un juego, en un encuentro, entre lo figurativo y lo
abstracto. No abandono ni uno ni otro, pues ambos se complementan. Así es que
uno con la práctica y la experiencia se va encaminando a una visión más
geométrica que sustenta el carácter tridimensional de la escultura. Pasamos de
lo que se ve a lo que no se ve, esto es lo que trato de hacer visible; me
estoy refiriendo a la estructura, ese
esquema no visible que soporta a la forma externa. Hablo de la relación filosófica esencia /
fenómeno. Para entender esta dualidad, por ejemplo, veremos una columna, su
forma es cilíndrica. En su interior existe una línea vertical no visible que es
la estructura de este cilindro. La esencia es su verticalidad íntima que no la
vemos pero que sí la sentimos. El fenómeno viene a ser la forma exterior,
cilíndrica, que sí vemos.
Nosotros al producir arte estamos haciendo
ciencia. Lo teórico lo demostramos con la práctica; así se manifiesta nuestra
inteligencia al crear una obra. Algunos acusan al llamado artesano de usar sus
manos y de no usar su mente. ¡Qué atrevimiento! No es cierto, pues en cada acto
o práctica existe una triada fundamental: el hacer / el pensar / y la actitud
que es sicológica. Sin este principio no veríamos la obra bien realizada. Por
otra parte, no debemos desatarnos de la realidad diaria, pues el llamado
artesano tiene que vivir de algo, y, por tanto, vende su trabajo. Es así que
con moldes comienza a repetir sus obras
para ofertarlo. Hay otros que realizan sus obras una por una, así adquieren un
buen oficio. Sin embargo, no reconocer a estos seres creativos como artistas es
un error. ¡No tenemos que distinguir entre el que hace una creación en la
sierra y el que lo hace en la capital! Como principio, ambos hacen sus
creaciones como obra única, sólo que les dan un destino diferente.
En cuanto a mis obras, al iniciar el
labrado tengo que disponer de una estructura para cada una según sea el tipo de
composición elegida. En el volumen, el círculo se convierte en esfera, el
cuadrado en cubo, el triángulo en pirámide, la línea vertical en cilindro, etc.
Hay formas regulares y formas irregulares; usualmente una obra está hecha con
irregulares. Todas estas formas son sólo referentes. De modo que cuando veo una
masa irregular, en su interior puedo ‘ver’ una esfera, un cubo, un cilindro o
un prisma y a estos tengo que hacerlos respirar afuera, en la superficie.
Cuando uno habla de una composición tridimensional está haciendo una lectura de
la superficie volumétrica, pero imaginando lo que está adentro.
Cuando me enfrento a la piedra, voy labrándola,
decantándola. Soy muy persistente, no dejo de trabajar, haciendo o pensando,
porque así gano más experiencia. Luego de labrar una obra, paso a otra, siempre
teniendo el tema muy presente, pues así no tengo dificultad para definir lo que
estoy esculpiendo. Cuando se esculpe una obra se va plasmando la idea del tema
elegido que intenta resumir un instante del tiempo, pero en ese contexto surgen
en seguida otras probabilidades para realizar más obras. Siempre el camino
escultórico que voy desarrollando me
abre puertas a nuevas formas que
es necesario sondearlas, así, algunas veces me desvío momentáneamente de
la ruta para encontrarme con otras posibilidades más amplias. Lo que no
significa que no pueda regresar a mis orígenes, a esculpir de repente una figura
humana académica…
2- ¿Tienes una idea clara de lo que quieres
hacer antes de empezar a esculpir o vas descubriendo poco a poco tu propia
escultura?
El hecho de tener obras ya realizadas para
mí es como tener un archivo mental, es toda una experiencia acumulada. Cuando
estoy ante una piedra, proyecto mentalmente sobre ella las formas que mi
imaginación va esbozando de acuerdo al volumen que estoy observando. En seguida
empiezo con un lápiz a bosquejar para encajar una de esas formas hasta que finalmente
dibujo la forma adecuada; aquí siento una alegría muy especial y ya es
indetenible el deseo de empuñar el cincel y la comba. Una vez que encuentro el
camino en esos detalles que me guían para meterme en la piedra, ya no hay nada
que me detenga.
En el campo de la creatividad, tuve que
hacer unos ejercicios para aprender a pensar en tres dimensiones. Modelando con
barro se puede dibujar con rapidez lo que crea nuestra mente. Siempre hay una
figura atrapada en la piedra pero hay que imaginarla, depende de la visión del
escultor, de su penetración mental. Frente a la piedra todo se determina
observándola bien, pues todo se resuelve mentalmente; después viene el
cincelado…
3- ¿Cuál es tu criterio para determinar si
una escultura es buena, acertada?
Cuando vemos una obra escultórica es
determinante el primer impacto y de cómo encontramos un detalle que nos lleve a
recorrerla en su totalidad. Luego, sentir cómo percibimos el balance de sus
proporciones volumétricas, la armonía de sus formas. De igual modo, recorrer la línea de su dibujo
a través de sus múltiples perfiles. Es nuestra percepción sensible la que nos
hace gozar directamente de esta experiencia estética frente a la obra y es así
que podremos captar, a través de la forma, el mensaje.
Para ver mi propia exposición, ¡cómo
quisiera tener los ojos del observador! Más allá de lo formal quiero que mi
obra sea propia, auténticamente local. Y si alguien ve algo de nuestra cultura
en mi obra estará percibiendo un grado de evolución, de continuidad cultural en
el tiempo.
Ese eslabón que une al presente con el
pasado son las obras auténticas que nacen en el suelo de una sociedad y que van
caracterizando su lugar y su época. Como
creaciones telúricas se hacen singulares para luego adquirir una dimensión universal.
La historia y el arte exigen personalidad, de modo que el artista como humano y
creador no debe evadir su compromiso social…
II- LA RELACIÓN DE TU OBRA CON LA CULTURA
ANDINA
1-
El título de tu muestra: “Los Andes eternos”, es algo provocativo, ¿no?
Sí, claro, es una provocación. Porque
siempre se habla de esta cultura como un hecho histórico o que ya no existe. Y
hasta se habla de un renacimiento andino. Pero, qué renacimiento va a haber si
nadie ha desaparecido...
El Perú tiene una variedad de imágenes,
colores y formas para ser plasmadas artísticamente, de todo eso yo he elegido a
Los Andes. Pues como un pasajero momentáneo de esta vida, y con la distancia
técnica inalcanzable, me permito decir con todo respeto supremo que si los
artistas ancestrales esculpieron sus incomparables obras en el duro granito,
¿por qué yo no puedo hacer lo mismo? Aunque en mínima dimensión, ya estoy
haciendo obras; esta exposición es una prueba concreta.
Declaro que ante los antiguos maestros
andinos estamos frente a espíritus selectos, superiores. No estoy magnificando,
los estoy poniendo en su exacta dimensión. Basta ver sus obras pétreas para
saber de quiénes estamos hablando.
2- No sé si quieres explicar de lo que te
interesa exactamente en la tradición andina...
Fundamentalmente es unir el pasado cultural
con nuestro presente, que las obras de este tiempo se nutran de su tradición no
copiando sino plasmando del ser andino su espíritu actual y su estética
particular que aparece ante nuestra vista en la vida diaria; por tanto,
modernizándolo también de acuerdo a nuestro telúrico sentir. Se trata de buscar
y de generar una continuidad histórica en todos los terrenos culturales; cada
artista lo hará en el área de su dominio. Así tendremos una obra local con
nombre, color, forma, aroma y presencia propios. La cultura que produce una
civilización no es estática porque su creación dentro de la sociedad es
continua, está en el diario vivir.
3-¿Estas presentando dos grupos de papas,
tubérculos muy andinos?
Sí, en esta muestra individual tengo dos
grupos de papas. El primero fue para representar, tal como es, este tubérculo
oriundo andino que ha inundado al mundo, que ha saciado el hambre. En el año
2006 quise hacerle un homenaje, y tuve éxito, pues presenté este grupo a un
concurso que convocó el ICPNA, la obra fue clasificada y me concedieron una
mención honrosa. Ese fue el año internacional de la papa. Las piedras lucieron
los colores diversos de este alimento, y también la simbología andina. Fue un
éxito, no digo económico, sino artístico. ¡Un éxito, sobre todo, para este
tubérculo!
El otro grupo de papas es más concreto y
está dispuesto de modo circular. Su presencia a mí me da mucha satisfacción,
como que he querido plasmar la historia de la papa en un solo momento. En el
centro, se encuentra una papa grande, femenina. Le rodean ocho papas, con
significados propios de la cultura múltiple ancestral. Yo me he paseado por los
Andes, he visto todo el legado de nuestra cultura y es por eso que en cada papa
creé ruinas, como me imaginaba que eran, pues cada una tiene algo específico
que simboliza a las civilizaciones de esta cultura plural. Por ejemplo, la papa
negra tiene la forma de un huaco mochica. El círculo que aparece en las otras,
significa el tiempo. Con estas obras deseo, también, hacer un homenaje al
espíritu del anónimo agricultor indígena de todos los tiempos, hombre y mujer,
que, como si reencarnara en sucesivos cuerpos, aún habita en las
cordilleras…
4- Te interesa la vida en los Andes...
Estoy pensando en tu escultura “Enfrentando al temporal”...
El
tiempo no solo es el continuo amanecer de cada día. El tiempo se manifiesta por
hitos simultáneos: el sol que va grabando una tonalidad en la piel de la gente,
la lluvia que va puliendo a la piedra y que en el campo protege y genera la
cosecha del campesino... En esta obra, de cinco piezas, he querido plasmar esa
presión cotidiana que tiene el ser humano en los Andes para enfrentar las
condiciones climáticas como el frío, el viento helado. Mientras el personaje de
adelante se enfrenta a la inclemencia, él de atrás mira el pasado, su historia.
Los otros, que son unas mujeres que están al centro y una sobre otra, se
abrigan, se protegen; en sus rostros han quedado grabados ese momento…
5- En “Horizonte: memoria rural”, ¿qué
representan las cuerdas?
En la cultura Paracas, se encontraron
fardos funerarios, cuerpos humanos sentados y embalsamados. En este conjunto
pétreo, el monolito blanco oculta un cuerpo que está amarrado, sólo en la parte
superior se puede ver descubierto el rostro de una persona viva que es una
metáfora de que las culturas siguen vivas en la memoria de cada poblador. Que
en la capital, que es un foco centralizador, no las quieran ver y que no las
muestren en su grandeza no quiere decir
que no existan. Estos pobladores, descendientes andinos, saben tocar
instrumentos musicales, narran cuentos, son agricultores, tienen su propia
culinaria, danzan y bailan, entre ellos todavía existen herederos que labran el
granito, son constructores, son bilingües, etc., pero cuando visitamos sus
territorios hay que saber llegar a ellos. A menudo a estas culturas telúricas
se les observa con la mirada de un ser superior. Yo cuando viajo a la sierra
voy para aprender: deseo saber su filosofía de vida, su relación con la
naturaleza, su cosmovisión.
Aquí quiero referirme al idioma. Ellos,
para poder filosofar sobre su propia vida y transmitir su propio pensamiento,
se comunican en quechua porque piensan en quechua, su idioma ancestral. ¿Cómo
es que se les pretenda medir con otro idioma? Deseo graficar este asunto, hace
algún tiempo estaba en un exclusivo restaurante vegetariano en Trujillo, había
un grupo de turistas que hablaban en alemán, pero entre ellos había una española.
Habían estado en el Cusco y en distintos lugares de la costa; y decía esta
dama: “acá la gente inventa palabras, jerga, verbos...” Ellos tenían una visión
europea de lo que es hablar el español, aquí en el Perú. Hubiera querido
intervenir, ¡el idioma español es la segunda lengua de los andinos!, ¡su lengua
materna es el quechua! Muchos hablan mal el segundo idioma porque ellos razonan
en su idioma matriz.
6-¿Ha habido una evolución en tu manera de
concebir esta cultura andina ancestral, en tu manera de aproximarte a
ella?
He viajado por distintos sitios
arqueológicos y pueblos, y desde entonces he tenido la sensación espiritual de
ser y pertenecer a esta cultura. Yo hago esculturas porque tengo un compromiso
con la humanidad, con el ser humano actual, con su historia presente. Conocer
mis raíces culturales in situ me ha ayudado a hundirme en su historia, cada vez
aprendo y la admiro más. Ser escultor me ha llevado a beber de ella directamente, no necesito
traductores.
Ante mi cultura no tengo una posición
postiza. Si hasta me hubiera gustado nacer en los Andes. Cómo me gustaría tener
esos pulmones del poblador andino que respira sin problemas en las alturas,
porque las primeras veces que llegué a las mesetas me dio soroche, mal de
altura.
Digo que son culturas vivas, productivas,
aunque necesitan ser reflejadas, expuestas. Me refiero a que hay muchos
artistas anónimos: no tienen el apoyo, ni la difusión de sus obras. Muchos se
quedan dentro de su pueblo, de su ciudad. Sin embargo, en nuestra capital se
recibe a artistas de cualquier país y se les promociona en los periódicos, con
fotos... Pero vienen peruanos desde sus terruños a exponer a la capital y
publican poco o nada... ¡tendría que ser igual, por equidad!
III- TUS INCONFORMIDADES
1-Este desinterés por lo peruano, te parece
que tiene que ver con las páginas culturales y con la crítica?
Solo en parte, porque el asunto cultural
pasa por ser una política dentro del contexto gubernamental que debería
materializarse mediante la difusión sostenida de todas las manifestaciones
artísticas. Aunque, por el lado independiente o privado, me permito decir que,
aquí en Lima, algunos pocos artistas y de modo exclusivo son llevados de la
mano por la ‘crítica de arte’. Así se crea un ficticio panorama artístico que
solo promociona a ciertos artistas, hasta se puede creer que solo ellos son los
únicos artistas plásticos peruanos. Opino que un artista bien formado no puede
estar supeditado y menos dirigido por los llamados críticos o curadores, estos
no están a su altura vocacional, espiritual, ni profesional. Explico, todas las
sensaciones y emociones que un artista experimenta en la rutina de su quehacer
plástico, esas alegrías recónditas de encontrar una gama de color, de esbozar
una forma inesperada o resolver un exacto dibujo no podrán ser traducidos por
teóricos o diletantes que siempre estarán lejos del sentir íntimo del verdadero
creador. El crítico o el curador, ante
una obra, siempre tendrán una mirada ni tan profunda ni tan sentida como lo
tiene la fibra espiritual de un artista…
2- ¿Y los escultores egresados de la
Escuela Nacional de Bellas Artes? ¿Estás en contacto con ellos?
El Perú necesita de escultores con arraigo
telúrico, que esculpan nuestra vida contemporánea para propiciar una cultura
local moderna. Pero, volviendo a la realidad, puedo confirmar que desde niños
la instrucción pública que hemos recibido nos ha limitado. La hemos llevado más
por cumplir que por aprender. La educación artística en los colegios es una
asignatura de menor rango. Y las Escuelas Superiores de Arte, que están en
provincias, no tienen la atención debida. La Escuela Nacional de Bellas Artes
está, en los últimos diez años, en manos de políticos que, como un carrusel,
entregan el ‘cargo de confianza’ a gente sin credenciales académicas; estamos
en el 2009 y quién sabe qué destino le espera a la primera escuela de formación
artística del país. Y menos sabemos qué sucede con sus egresados; por ejemplo,
cada año egresan entre 60 y 70 alumnos, de manera que en los 10 últimos años
han egresado unos 650 artistas. ¿Dónde están? Suponemos que deben estar
haciendo obras, en algún lugar. Pero, no habiendo una política cultural de apoyo
al artista, pasan a una lista de anónimos: no podemos opinar sobre sus obras,
porque no las vemos. No obstante, sabemos que muchos talentosos se dedican a la
docencia para poder sobrevivir…
3- ¿Encuentras algunas dificultades en tu
quehacer escultórico?
¡Todas!, principalmente la económica. Hasta
para encontrar las piedras, hay que escogerlas. Las extraigo del río Rímac y
también del Chillón. Luego viene el traslado hacia mi taller, para esto
contrato una camioneta y un personal. Por supuesto soy yo quien encabeza esta
esforzada tarea…
Las
herramientas eran un problema, pues solo había comba y cincel de acero. Ahora, felizmente han aparecido cinceles con
una punta diamantada, de tungsteno, que me permite trabajar con más facilidad.
Retroactivamente estoy agradecido con toda esa gente que con su inventiva y
trabajo crearon la comba, el cincel. En Europa se pueden encontrar estas
herramientas hechas en fábricas. Pero, aquí, las mando a hacer en lugares
informales donde los herreros hacen los cinceles hasta donde pueden
modificarlos. Después voy a un esmeril y yo mismo transformo las puntas de
acuerdo a mis necesidades.
Pero ya en el terreno del panorama
escultórico peruano, no existe una sola oportunidad que nos den a los artistas.
No hay un colegio que agrupe a los
escultores, y menos una institución de apoyo por iniciativa gubernamental. Lo
óptimo sería que cada artista tuviera, por parte del estado, la facilidad de
exponer sus obras una vez al año y con todos los gastos que ocasionen la sala
de exposiciones, el traslado de las obras, la impresión de un catálogo, la
publicidad, un reportaje en el canal del Estado. Así uno se compromete a
realizar una buena obra. Pero, por ahora, acceder a uno de esos espacios para
exposiciones cuesta en dólares...
Sólo
una política cultural bien orientada y sostenida económicamente puede compensar
esa educación de bajo nivel que recibimos aquí. Si no hay eso, es muy fácil que
los jóvenes sin tener poder de raciocinio propio, con escasos estudios y sin
posibilidades para salir adelante se pierdan en las esquinas de sus barrios,
con esos grupos de muchachos rebeldes que forman pandillas. Hay que tener en
cuenta que la delincuencia está en todo lugar y que cualquier adolescente puede
caer en sus garras. La cultura con su presencia creativa en permanente desarrollo y con una economía de
soporte estatal sería un buen apoyo para la juventud.
4- ¿Puedes comentar tu obra: Solidaridad
nocturna?
Es un grupo pétreo de cuatro piezas
abandonadas en el suelo; cada pieza arropa a cuatro o cinco niños que duermen
en comunidad pero en la intemperie. Representa a los niños de la calle. Yo no
puedo olvidarme de esa realidad que vivimos aquí. Ellos se cubren para
protegerse del frío, se juntan para darse calor. Quiero que la gente sienta que
están botados por ahí bajo la inclemencia no solo del tiempo, sino ante la
indiferencia humana…
IV- TU RELACION CON EL MUNDO
1- ¿En algún momento de tu carrera,
participaste en un grupo, en un colectivo?
No hay nada más solitario que el trabajo de
un artista. Su actividad creadora es solitaria, íntima, secreta y permanente.
Todo lo colectivo que se quiera hacer es solo para preparar una exposición.
Trabajar en grupo es difícil, porque todos somos diferentes en modos de pensar,
de hacer. Por ejemplo, cuando en una simple conversación se expone una idea,
inmediatamente surge como oposición, otra. Y, en asuntos artísticos creativos,
es difícil tener ideas comunes. Coincidir en un grupo supone hacer obras alrededor
de un ideal, de un propósito magno; pero eso pocas veces ha sucedido.
2- ¿Participas en encuentros
internacionales?
Desde principios de esta década participo
en simposios internacionales de escultura. Estos encuentros donde directamente
ejecutamos una obra en granito en ocho o diez días, me han permitido hacer
obras grandes que van desde un metro y medio hasta dos, de longitud. Alternamos
con maestros y jóvenes de distintos lugares del mundo convocados mediante
concurso. Un simposio es el lugar exacto y deseado para todo escultor; pues nos
dedicamos exclusivamente a realizar la obra y a exponerla durante el tiempo que
dura. Además vemos cómo realiza su obra cada participante internacional; es un
aprendizaje tanto en la técnica como en la estilística personal. Por dos
semanas vivimos en comunidad con los artistas hablando de arte, de historia,
intercambiando presentes, balbuceando otros idiomas y conociendo la cultura del
lugar. Es un sueño hecho realidad…
3- Expresaste en otros momentos que sentías
un compromiso con las tres dimensiones del tiempo, diciendo que una obra
auténtica: “se nutre de los hechos de su contemporaneidad”, “conociendo sus
raíces artísticas” y que “avizora el futuro, como parte de la construcción de
un digno destino común”...
La escultura propiamente refleja esas
dimensiones siendo arrastrada por el tiempo que es indetenible. Y toda obra
contemporánea si desea tener presencia en el futuro debe ser producto de la
latente vida social de su entorno. La cultura, teniendo como eje al arte, naturalmente va en busca del desarrollo
humano orientándolo hacia un destino plural.
Alguna vez declaré que si viajaría por el
mundo, iría con mi cultura. En Europa, normalmente se cultivan y promocionan
los ismos, como el abstraccionismo, el surrealismo, el constructivismo... y que
yo vaya a exponer allá un abstracto ilegible que no tiene relación con mis
raíces, no tiene sentido. Justo por esos años, 1997, me llegó una invitación
para exponer en Alemania, llegué con mis obras figurativas en granito
inspiradas en la tradición andina, con atuendos y con trenzas, y tuve éxito
porque llegué con lo mío, me prestaron atención. “Nosotros esperamos de los
artistas de América, de África, de Asia, que vengan con su cultura” me dijeron,
y de inmediato me adquirieron una escultura en granito.
Afirmo que en el Perú, se hace arte. Pero
en Lima, muy poco arte peruano. A lo cual agrego que cada uno tiene la libertad
de hacer lo que desee. Pero aquí viene el compromiso personal, telúrico.
Algunos quieren hacer algo como para
hacerse notar, para que algún curador lo convoque. Por mi parte, cincelo mis
obras con una seriedad solemne; lo que hago, deseo que pertenezca a la historia
contemporánea. Incluso, hasta yo quisiera que mis obras estén en un solo lugar
donde no se atomicen, que no se dispersen,
para que la gente tenga una idea general de lo que hago. Existe un
proyecto para hacer un museo.
4- Pero, ¿no tienes algún interés en
vender tus obras?
No, no las vendo. Yo soy profesor, y con el
sueldo ínfimo que todo maestro cobra
aquí en el Perú, sigo trabajando, viviendo.
La docencia también es una vocación, y en mí se despertó, primero, a
través de la enseñanza del dibujo. Ahora, y desde hace una decena de años, soy
profesor de escultura en piedra, en Bellas Artes de Lima.
Hablando de vender, en una oportunidad me
invitaron los alumnos del primer año de Bellas Artes para un conversatorio
sobre arte. De pronto comentaron sobre las galerías de arte y de
cómo vender las obras...Y yo les pregunté: “¿Quién ha dicho que las obras deben
venderse?”. El taller quedó en silencio.
Como
docente busco que el artista que está dentro, en el interior de los alumnos, se
despierte y salga...en obras, porque esa es la cualidad del que quiere ser
artista: debe producir obras. Porque en materia de arte nada se debe quedar a
nivel de un discurso, es fácil decir, ¡yo soy artista!, pero si a los
estudiantes no se les aclara bien este asunto de que una obra no tiene precio,
se puede llegar a que hagan sus obras solo con el fin de venderlas. Esto
estaría tergiversando, doblando, el verdadero espíritu del arte. Vender no solo
es el fin del artista. Lo cual no quiere decir que no venda o que no reciba
encargos para realizar obras. Si nos dedicamos exclusivamente para vender
entonces corremos el peligro de no hablar de arte, sino de negocios; porque así
moriría el espíritu del artista para dar paso solo al comerciante quien jamás
producirá una obra de arte, que es el fin supremo de todo artista…
5- ¿La espiritualidad ocupa un gran lugar
en tu vida?
Para contrastar con el mundo material, debo
decir que creo y siento la espiritualidad. Antes que nada, soy un ente
espiritual con un vehículo llamado cuerpo. Uno es pasajero en esta vida por un
tiempo breve. ¡Pero lo que quedarán son las obras! Y estas son precisamente
productos de una espiritualidad cultivada, de una persistente sensibilidad, de
una emoción social, cualidades supremas que presiden el diario vivir del
artista.
6-¿También eres poeta?
Bueno, las ideas también se ‘cincelan’ en
la mente y luego se escriben en el papel. Como un espíritu que atraviesa por
este mundo, vengo con una vocación, con una vena artística plural, con un
talento que hay que cultivarlo. Es la función totalizadora de todo aquel que
quiere convertirse en artista. Siempre hay otras salidas para la creación. Si
puedo hacer esculturas o dibujos, espontáneamente también puedo escribir un
verso o un artículo. ¡Ah!, degusto mucho
de todas las instancias del humor; me hace creativo; la broma, la mordacidad y
la ironía me regulan como ser humano. Y, lógicamente, también me hundo en la
poética. Hacer mis esculturas me lleva mucho tiempo, y como mi mente no se
detiene, también voy escribiendo, haciendo versos, frases para reflexionar. He
escrito sonetos, es mejor desarrollar
algo complejo porque así se aprende. El soneto tiene un cuerpo, es una unidad.
Es necesario entrenarse, borronear, leer, conocer, practicar para poder esbozar
uno. Allí nada falta ni sobra, tiene una métrica, un ritmo e íntimamente una
estructura, pero lo principal es el vuelo de las palabras bien escritas y
ajustadas al sonido de la rima para destilar el aroma de una idea…
7- ¿Cuál es tu punto de vista respecto del
mundo actual?
Vivimos en un mundo donde impera la
desigualdad, tan abrumante con su tecnología moderna pero a la vez tan distante
del dolor y las necesidades diarias de los que sobreviven que, de hecho, genera
una gran brecha entre los que tienen y los que no tienen. Hay quienes se han
enseñoreado olvidando que los demás son tan iguales como ellos, que todos somos
seres humanos, hermanos espirituales. El dinero no debe diferenciarnos; el
trato, en cualquier circunstancia, siempre debe
ser horizontal.
Mientras más humilde sea una persona, más grande es su
espíritu; porque el que acumula riqueza material difícilmente podrá llenar su
vacío espiritual. Mi mirada principalmente es desde mi espíritu, por tanto, no
podría ver diferencias entre la raza humana, basta con que tengan vida y ojalá
la tengan en salud y en abundancia. ¿No es la tierra un reino donde todos
tenemos que vivir bien? Sin embargo hay gente empeñada en destruirla por causa
de una ambición económica desmedida. Es necesario cuidar nuestro hogar común:
la naturaleza. Con urgencia debemos desterrar la contaminación para evitar el
calentamiento terráqueo, colaborar con una permanente limpieza en todos los
campos. Ser ecológico es ser un ejemplo en la vida diaria.
8- ¿En qué piensas cuando escuchas la
palabra “modernidad”?
¿Pero, de qué modernidad podemos hablar
aquí en el Perú, cuando la misma práctica nos dice que venimos siendo
repetitivos en todo: política, economía, cultura, deporte? Me queda claro que
cuando hablan de modernidad se refieren a la modernidad del hemisferio norte.
Incluso aquí, en Lima, balbucean de post-modernidad como si realmente pasáramos
triunfalmente de un período al otro.
En el Perú debemos buscar nuestra propia
modernidad con nuestros propios elementos culturales y nuestras propias ideas...
¿Por qué me voy a subir a un tren, la globalización, cuando aquí yo quiero
hacer mi propio tren? Como cultura siempreviva estamos de pie, y también
exigimos que las otras estén de pie delante de nosotros, ninguna es superior a
la otra. Toda civilización con idioma y costumbres propias da a luz su propia
cultura. No hay, pues, una cultura ‘global’. Pero, por ahí vienen para cada
especialidad los dictados de la moda foránea. Esto no se puede permitir, menos
en materia artística. Lamentablemente, aquí un sector de artistas están
colonizados mentalmente y esperan que aparezca una moda, siempre pasajera, para
sumarse a ella, y como ésta es efímera muchos de ellos, carentes de
personalidad, también desaparecen.
¿Cómo me van a dar una receta de una moda,
teniendo yo aquí como marco artístico una inmensa cultura ancestral y una
ineludible realidad? Para empezar, los artistas somos todos diferentes pues
cada quien maneja sus propios mecanismos de creación. Para mí, hacer una obra
escultórica es un acto íntimo, secreto, un encuentro con mi paz interior, con
mi cultura ancestral y sumergido en nuestra realidad telúrica contemporánea…
9- En este momento, hay una muestra de la
gran escultora boliviana Marina Núñez
del Prado, supongo que debes sentir alguna afinidad con ella, con su visión
artística...
Sí, tengo una afinidad temática con ella.
Te voy a contar algo, tuve algunos encuentros con ella. La primera vez fue
cuando yo aún era un estudiante. Con un grupo de alumnos de escultura de Bellas
Artes visité su casa-taller, en San Isidro, Lima. Ella tuvo la amabilidad de
mostrarnos una cantidad de maquetas que utilizaba como estudios previos para
hacer sus obras. Luego admiramos sus esculturas, tanto en bronce como en
granito.
El segundo encuentro fue cuando la invité a
la inauguración de mi primera exposición individual de escultura en la Galería
de arte Sol donde presenté un conjunto de doce mujeres esculpidas en granito
natural. En plena recepción, un amigo me llamó para decirme “Tienes que
escuchar lo que Marina dice de tu obra”, ella, anciana sabia, estaba hablando
rodeada de jóvenes artistas alrededor de una de mis obras. Enseguida, mi amigo
me presentó, “Aquí está el escultor”, y doña Marina dirigiéndose a mí me dijo,
“¿Te puedo dar un beso?”, y después, mirándome, afirmó: “¡Eres el primer
escultor peruano!”. ¡Son unas palabras que guardo muy dentro de mí...! Y
refiriéndose al ambiente artístico limeño me comentó, “Yo no me pierdo ninguna
exposición de escultura, encuentro de todo, abstractos... pero tú no te olvidas
de tus trencitas”, mientras las tocaba y palpaba en las esculturas. Después de
un breve diálogo y para despedirse me pidió, “¿Te puedo dar otro beso?”, y me
invitó a que visitara su taller…
Todo fue inesperado. En mi primera
exposición individual no pensé recibir así un espaldarazo para el tema que
había elegido: el Perú andino. ¡Y nada menos que de una artista extranjera!
Ese fue el año 1992, donde con distintas
manifestaciones oficiales se celebraban los 500 años del “encuentro de dos culturas”; con mi muestra
titulada “Los Andes”, yo más bien me sumé a “500 años de resistencia”...
10- Me parece maravilloso este encuentro,
muy emocionante, una gran estimulación para seguir tu camino. Por cierto
¿tienes en este momento algún nuevo proyecto?
Quiero seguir esculpiendo al Perú profundo,
al Perú vivo, y con obras más grandes. Pero haré lo que mi economía me permita.
Desde hace un tiempo vengo cincelando
cabezas de gente andina. Cuando acumule un determinado número las voy a
exponer. Para realizar estos rostros me concentro en captar el estado
sicológico vivo, para intentar grabar el rictus facial de la serenidad, la
sonrisa, el reposo, la atención, la mirada, etc., gestos propios del ente
rural.
11- Por fin, si pudieras dar a los peruanos
alguna cualidad, ¿cuál escogerías?
El peruano es solidario en su contexto
social. Pero, yo trataría de despertar al artista que cada uno lleva dentro. Un
mundo con espíritu de artistas sería el ideal terreno. La vida misma nos invita
a que transitemos por ella con la mayor libertad. Como en el mundo somos un
grupo humano con variadas perspectivas en la vida, cada cual se va por su lado,
pero si fuéramos artistas por un momento, pronto entenderíamos que toda ayuda
tiene que ser recíproca buscando el bien común.
Creo en un mundo con sensibilidad de artistas, estoy hablando de seres
afectivos que sabrían comprender de inmediato que también hay otros que tienen
los mismos derechos que uno reclama, pues somos dueños de todo lo que existe y,
por tanto, deberíamos disponer equitativamente de todo ello.
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